Severo Sarduy

Isabel La Católica

El coro de sopranos pintarrajeados
entona tu loa:
 
           “Te comiste un Zohar
           te comiste un Corán.”
 
Y de tu mano de azogue
bendijiste las cabezas cortadas con tu mano de azufre
y plantaste jazmines en ellas.
 
Te goteaba la rodilla de San Ignacio,
diste el zapatazo de Santa Teresa.
 
Te retorciste toda, te rompiste los huesos,
pintada de oro, incrustada tu piel de joyas diminutas
para formar la inicial de un evangelio.
 
Saltaban a tu alrededor
—cofias de ojillos verdosos—
tus hidrocéfalos, tus mongoles,
tus negros y eunucos:
 
           “Te comiste un Zohar
           te comiste un Corán.”
 
Que ardas per secula seculorum,
con tus biblias y tus brújulas.
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