De «Un (casi) poema (malo) al día»
Tibio lecho, de dispares usos, cuéntale, al oído, de tus amantes anteriores, de los que, como él, dejaron sus sudares en tus tejidos… y partieron, a otro camastro,
Más que temerle a qué dirán le temo al qué diré.
Somos tan pequeños que ni sabemos… Somos tan pequeños que la mayoría… desconoce nuestra existencia, nues… Y somos tan pequeños que si desapa… casi nada en el universo lo llegar…
La señal del cosmos se trenza en e… para que yo, grillete último, líe… lo emancipe y lo vislumbre, vuelto un trapo, inmundicia, y con el pesado parpado,
Para que los libros estén en todos los lugares.
Reverberación de las masas tras la… Organizaciones mundiales llegando… Laboratorios farmacéuticos frotand… Bolsas de valores botando la casa… Dípteros insignificantes sacudiend…
No me consta que soy yo el que dic… Habrá que ver qué dice la historia y qué la literatura. Y qué yo.
Discípula inequívoca matando a una… Hija perfecta salvando a hijos imp… Hermana pública multiplicando por… Contravención de estatutos natural… Lógica de las hormonas futuristas…
Para qué un poema extenso si la vida dura un verso.
Las horas sin advertir mutaron, son más prófugas y audaces. Los convidados escasean, más irónicos e hipócritas, tiñen las paredes
ya sé que de mejores
el fuego es una opción a veces me aburre vivir frío
—¿Por qué vistes de negro? —Es el duelo. —¿Por alguien? —Con alguien. —¿Quién?
No tengo dónde anidar el mundo es cada vez más plano.
Que me lo quiten todo. Quiero que regrese la poesía.