Yo te miro,
desde la lejanía.
Atino el tiro,
sin saber la melodía.
Me das la espalda,
me acerco a la pared,
empuñas la espada.
Caigo en tu red.
Ya no vivo,
sin tenerte en mente,
no respiro
al momento de verte.
Aun así me repudias
al no corresponderme.
Me miras y estudias,
para nunca quererme.
Concédeme la oportunidad
de luchar contra tu amor,
de obtener la inmunidad
ante tal horrendo esplendor.