Que efímera llega a ser la vida, sin nisiquiera dejarnos despedir de ella misma, llega la hora de la noche susurrante y pienso en aquellos seres inmemorables que sin importar condición alguna plasman su más suave caricia en nuestro corazón, hasta arrebatarnos  parte de nuestros pensamientos, para una sonrisa   o una lagrima, que se siente tan agridulce como la vida misma .. Mas allá de lo que  pueda o no existir en este cosmos tan grande, se que habrá la suficiente memoria individual para acordarnos en el momento de partir de este frenético mundo todo lo que dejamos, lo que le diremos “adiós” sin preámbulo alguno, porque cada personaje, cada momento, cada historia, nos hace escribir nuestro universo propio, y ahí es donde se termina el irónico placer del ser..