La luna se ha perdido, no halla su sutil locura, su fortaleza inminente, su conocimiento por la sublime poesía del cantar inefable de la noche y las místicas estrellas, ahora se deforma sin razón alguna, dirige su dócil rostro hacia el universo inevitable y hacia el universo más etéreo, iluminando cada universo con la máxima simplicitud que algún día creyó nunca poseer, que ironía, la Luna con dos universos llenos de antogonías, con dos amores sin más primicias, ella susurra que desea resplandecer en el universo más etéreo, hermético, inimaginable, ese del polvo de estrellas pero su confuso actuar la arrastra al universo real, ahí donde no priman los sueños, donde lo posible se habla demasiado, que hoy tiende a iluminar con más fuerza...
Cuando dejaras oh querida Luna de escabullirte bajo los límites de la razón y partirás de nuevo a tu luminosa esencia y volverás a figurar tu rostro a lo dionisíaco y apasionado que aún yace en ti, hoy quisiera revivirte con ese rayo de luz que te ofreció un día aquel sol, ese sol de mi vida.