Madre, una vez más callada
envuelta en un aura de melancolía,
aunque no lo quieres decir
han sido muy malos tus días.
Papá otra vez volvió del trabajo
supuesta mente muy cansado,
a fuerza te saludó y eso fue todo
no te dirigió una palabra.
Tú allí callada soportas
sus malos gestos y sus irónicas palabras,
callas, y cuando vas a responder,
él dice que te calles, que no necesita oírte.
Madre, ni el mas ciego, ni el mas sordo
no se hubiera dado cuenta de eso,
tratas de tapar el sol con un dedo,
pero, eso no se puede, las dos bien lo sabemos.
Te has vuelto la mejor actriz
actúas ante la gente como si fueras feliz,
mientras te tragas el veneno
de lo que mi padre te hace sufrir.
Madre, ese grito de angustia que escucho
y que de tu corazón sale, muchas veces lo e oído,
por las noches te e sentido gemir
(ya soy mujer y claro te voy a hablar)
Y no es de placer,
es cuando el buitre que está a tu lado
te a necesitado como mujer.
Tengo claro que ni una caricia te regala
antes de hacerte daño,
se adueña de tu cuerpo y lo hace su esclavo,
y tú allí, entre cuatro paredes que parecen no oír
guardas tus lagrimas y desengaños,
y te levantas por la mañana
con el alma chorreando sangre,
y con un corazón despedazado.
Madre, a tus hijos ya los has criado
y a cada uno de nosotros nos formaste
lo mejor que pudiste, enseñándonos
que la vida es difícil pero hay que ser honrados.
Madre, ya has cumplido conmigo,
con mi padre y con mis hermanos,
no dejes que se te escapen tus últimos años
o que los arrebate un iracundo señor
que ni padre parece ya.
Madre, déjame crecer,
quiero también ser mujer,
pero esta niña del ayer no me quiere dejar
está atrapada en mí, y
al ver que estás sufriendo sufre también junto a ti.
Madre, siento miedo de que seas mi espejo
no quiero verme reflejada en ti,
No creo que Dios se defraude de ti
si dejas por fin a este hombre
que solo te a hecho sufrir,
un hombre que no debió llamarse padre
porque eso lo has sido tú para mí.
Madre, quiero verte nuevamente sonreír,
pero de felicidad, no `por fingir,
que desintoxiques tus pulmones
de esta vida que no es vida,
porque tienes derecho a soñar,
y hace tiempo que no duermes.
Al menos permiteme ver
a esa madre con la que “yo” sueño
cantándome a mí y a mis hermanos
una canción de esperanza.
No veré tus blancos dientes
deja que me quede con el cuento que me leíste
(el ratón se los llevó y nunca te los devolvió,)
Pero al menos, déjame escuchar tu corazón,
y me dormiré con esa dulce canción de amor.
Mónica
Ruth Mónica Muñoz R
Derechos de autor
Chile.