Daniel Falabella

Ginsberg

 
Se que escribir no era una tortura (como lo es para mí),
se que era lo mismo escribir, que sentarse al inodoro,
que salivar, que eructar.
 
 
¡Tú y tu maldita naturalidad, maldito Allen, maldito seas!
 
 
Cuando te encuentre en el pasillo del nunca jamás,
¡la eternidad nos golpeará tanto!
De tus vísceras saldrán cuentos y de las mías llanto.

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