Romario Morales

Hay, ahí, ay

Hay una rosa sembrada.
Ahí, en lo más profundo de tu corazón.
¡Ay de mí si llegara a tocarla!, sus espinas herirán mis manos;
pero ¡ay de mí, si no la toco!, pues la cicatriz será la prueba del deseo que tuve de poseerla.

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