“Llegas a este recinto por tu propio derecho,
derecho que te dieron el Arte y la Bondad,
¡campesino de estrellas! hiciste del barbecho,
semillero de cantos para la eternidad…
Reíste con los niños, lloraste con los hombres.
Tu voz, tan fina como el llanto,
fue verso y fue cantar.
Tu corazón, mazorca de títulos y nombres,
y tu vida, velamen en el azul del mar…”