Ricardo Branj

Réquiem

 
 
 
Una balada triste te recuerda
 
al día siguiente cuando con su tacto roto
 
las manos solas se van asiendo a la idea
 
y la flor mustia en un rincón
 
evoca también una fragancia
 
y el único ahínco es del silencio.
 
La noche canta en su hermetismo
 
el tiempo acervo y áspero,
 
el lago pleno de tu ausencia, soñadora
 
tu lírica tierna ya no es mía,
 
es inmenso donde no estás,
 
y mi desvelo es un profundo añoro
 
porque sucede que me haces falta.
 
Cuando cantas ahora tu secreto sigilo,
 
tu intervalo silencioso
 
y tu cuerpo es un abstracto inmaterial
 
que vaga hasta las primeras luces
 
de otro próximo día sin ti,
 
y mi nostalgia protesta
 
levantando pancartas con tu nombre,
 
la sola evocación de tu voz
 
me mitiga retumbando tu fantasma
 
como una sombra en el sueño.
 
 
 
Hoy, persigo tu espejismo
 
por los laberintos de la noche
 
y tú trabajas mi recuerdo
 
con manos de artista
 
y tu nombre y su sombra,
 
carrusel de ensueños,
 
se envuelven como un tibio velo rumoroso
 
cuando es más nocturno aún el frío
 
actuando tu mímica de no estar,
 
como diciendo adiós con las manos
 
desde lejos.
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