Como el agua
Tranquila y transparente
Que se agita a la menor provocación
Que late y late como una onda limpia
Y que poco a poco se convierte en remolino
para después transformar el río
en una masa de olas y mar desenfrenado.
La tranquilidad es un instante
Y se turba ante el menor atisbo
Un atardecer clonado,
Unos minutos de lo mismo
Rosa y amarillo.
Viento pálido y frío
Soplando con tristeza y recuerdos
Que al camino abren paso
A los estallidos del corazón
Y me gritan fuerte a la cara:
¡Que aún estás!
En la calle, en el pavimento
En los árboles y los reflejos
En mi andar, y mi voz
En cada ropa que visto.
Y a mis pies cansados
Les sorprende el mismo camino
Que como espejo se abre paso
Y desemboca en un lamento
De tu ausencia prolongada.
En mis brazos no cabe el sufrimiento.
En mi corazón se rompen los anhelos.