#EscritoresCubanos #SigloXIX #SigloXX
Mis rimas tenebrosas, cual brunas mariposas nacidas de las viejas, las ignorad… son lampos imprecisos de nítidas c… que tienen de lo extinto romántica…
Yo tallo mi diamante, yo soy mi diamante. Mientras otros gritan yo enmudezco, yo corto, yo tallo; hago arte en silencio.
Del horizonte al cenit, y entre gu… De masas nacarinas, índigo, pru– sia, celeste. Las nubes _imitativa… todas las formas_ son: montañas, f… tas y frondas. La luz del mar se l…
Qué triste la Gran Triste! Nada como la playa nativa existe que sea más triste. Su tristeza tiene vigor, ansia y pereza: ansia de la vida,
Me gustan tus labios gruesos y tus ojos adormidos: temblor fragante de besos y ocasos oscurecidos! Busco tus brazos posesos,
Mientras que en silencio con ardor… y entornando los ojos de placer so… mentalmente de todos tus espamos g… bajo la borrachera de mis melancol… Te hablé de los misterios sensuale…
Hay en el niquelado de la peana del sillón_ espejo que embruja lo circundante_ dos ojos donde una luz blanca_ dos perlas irisadas_ se ha posado;
Entre el siena húmedo con olor agrario de las boñigas, son amapolas inquietas las crestas de las gallinas, chispas del iris las moscas,
Hacen prismas hexagonales, rectos e iguales: su geometría. Vuelan y son un ópalo atomizado: su pedrería. Fabrican y zumban: su himno al tra…
La casa, en una lometa propicia para admirar, me convida a ver el mar que es pintor y que es poeta. A mis pies se parapeta_
Muestra la arena su ropaje gualda; la armazón del manglar rumia y obs… la rada es una cinta que se enerva en azules y en lívidos se balda. El cielo es luz que por lo recia e…
En el fondo del río argénteo que e… plenilunio rompe en el nervioso azul de la bahía, naufraga la luz… ropa de un trasatlántico _faro al… de un acantil_ mientras abre una t…
Como queda abatido el oleaje después de haberse levantado cumbr… y lame del peñón la pesadumbre, haciendo espuma lo que fue coraje, así tú, tras el ímpetu salvaje
Con el beso solemne que la Aurora a la Tierra le ofrenda antes que el Sol asome su cuadriga y los cielos encienda, me incorporé en el lecho, ensombre…
En la gloria de la mañana, un celaje deja pasar el sol. El viento encarruja sutilmente las olas, que besadas por la luz parecen una floración argéntea