Prima noche: anchurosa se distiende
ante mí la dalmática del cielo,
y pone un tinte de ventura y duelo
en cada albino luminar que enciende.
Su incólume silencio al mar extiende
dominando en la ola y en el vuelo
con un grisáceo tremolar de velo
y una antífona lúgubre de duende…
Sobre la mansa superficie rueda
cual cintilante vibración de seda
un reguero de luces tornasoles.
Y es que del mar en el rugoso velo
Palpitando invertido está otro cielo
Cuajado de archipiélagos de soles.