Oh, Tierra, yo soy un espíritu inquieto;
mi comunión fue de dudas y alegrías:
soy viva idealidad de un esqueleto,
soy un ebrio sensual de melancolías.
Oh, Tierra, el himno profano de tus días
es un canto de maternidad y un reto
a los misterios de rudas melodías
de tus mil vitales savias en secreto.
Oh, Tierra, yo quiero saber todo origen;
hacerme en ti sangre de rosa y de virgen:
luz, beso y ala, en orto, labio y quimera.
Dame saber del tono menor la cuita
para urdir un salmo fúnebre de cita
a los gusanos el día que me muera.