Me impongo la costosa penitencia
de no mirarte en días y días, porque mis ojos
cuando por fin te miren, se aneguen en tu esencia
como si naufragasen en un golfo de púrpura,
de melodía y de vehemencia.
Pasa el lunes, y el martes, y el miércoles... Yo sufro
tu eclipse, ¡oh creatura solar!, mas en mi duelo
el afán de mirarte se dilata
como una profecía; se descorre cual velo
paulatino; se acendra como miel; se aquilata
como la entraña de las piedras finas;
y se aguza como el llavín
de la celda de amor de un monasterio en ruinas.
Tú no sabes la dicha refinada
que hay en huirte, que hay en el furtivo gozo
de adorarte furtivamente, de cortejarte
más allá de la sombra, de bajarse el embozo
una vez por semana, y exponer las pupilas,
en un minuto fraudulento,
a la mancha de púrpura de tu deslumbramiento.
En el bosque de amor, soy cazador furtivo;
te acecho entre dormidos y tupidos follajes,
como se acecha un ave fúlgida; y de estos viajes
por la espesura, traigo a mi aislamiento
el más fúlgido de los plumajes:
el plumaje de púrpura de tu deslumbramiento.
Alfredo Jiménez G.
9aEl Poeta en heróico autosacrificio, se impone la vigilia de no mirar a su amada por varios días. ¿Es penitencia o masoquismo? Ramón López Velarde conoció desde la infancia la más férrea disciplina de la castidad, que estuvo en eterno conflicto con la sensualidad de sus libres pensamientos, a los que dio alas un tanto indiscretas desde su primer libro de poemas "La sangre devota" (1916). La razón de privarse de mirar a su "creatura solar" es para reservar enormes dosis de ansiedad que estallarán en éxtasis incontenible cuando se permita a sí mismo contemplarla. Musa de su inspiración y de sus ya confesos "calosfríos ignotos". No es un fin penitente en honor de la pureza. Persigue potenciar el deseo que ha de explotar en su conciencia y manchará su alma de purpúrea transgresión a las leyes que sigue enalteciendo en un verso, mientras se rebela contra ellas en el otro. Angustiosa "Zozobra" que es justamente el título del libro al que pertenece este poema.
¿Pudo ser Fuensanta la inspiradora de estos versos? La respuesta es un rotundo NO. Ella había muerto en 1917 por afecciones del corazón y "Zozobra" se publicó en 1919. Nos aventuramos a declarar que la musa fue Margarita Quijano, a quien cortejaba y "acechaba" en la Ciudad de México, en frecuentes visitas a su casa bajo la amable vigilancia de la familia y con quien protagonizó uno de los idilios más enigmáticos de la historia de la Poesía mexicana.
Algún día escribiremos un artículo dedicado a las mujeres de López Velarde, será en un tiempo en que predominen la calma y la paciencia, pues el escrito habrá de ser muy abultado. Algunas tienen nombre, otras serán siluetas o sombras. Pues como el mismo Poeta zacatecano declaró con "zozobra": "soy un harem y un hospital colgados juntos de un ensueño".