Rafael de León

¡Ahora me toca a mí!

¿Sepuede pasá? ¿Qué hay, tropa?
 
¿Qué espera usté? ¿Mi sombrero?
Mejor está en mi cabesa
que corgao en er perchero.
Y además son hijos míos
los tres que tengo delante.
 
¿Qué hay tropilla? ¡Güena casa!
Y un criao muy elegante
que en vez de vuestro papuchi
se cree que soy un permaso.
 
Vaya er sombrero. Y procura
que no me den er cambiaso.
 
Su reverencia... me chifla
que sos traten con respeto.
¡Tres señoritos! ¡Qué orgullo
para un padre tan cateto!
 
¡Tené tres hijos varones
que están viviendo en sus glorias
porque yo m’alimentaba...
de papas y sanahorias!
 
Me alimentaba... hace tiempo;
que hoy ya la cosa varía.
No ví a dejá ni la cresta
de un pollo de Andalusía.
Que nos vorvemos tragones
los viejos mal educaos,
y eso nos quita finura
pa tratá con abogaos
como er que de parte vuestra
vino a hablarme de intereses
y le di ... que con er susto
tiene cama pa dos meses.
 
El hombre vino a desirme
por encargo de mis hijos
que ustedes no estáis conformes
con que venda los cortijos.
Que debo seguí en er campo
lo que me resta de vía
cuidando de las cosechas
y de la ganadería;
que no se seque el arjibe,
que no s’avinagre er mosto;
bébete er frío de enero
y anda y súdalo en agosto.
 
No duermas... cuenta las horas
de la noche una por una...
Tienes que viví pendiente
de los cambios de la luna.
Ayer te fartó una oveja,
¡vaya bendita de Dió!...
¿Voy a llamá a los civiles
si de chico fui pastó?
¡Pastó de ganao montuno
con las alpargatas rotas!
 
¡De Córdoba a Extremadura
por tres puñaos de bellotas!
Y en cambio, los tres cachorros
de aquel pastó miserable
van por tabaco a la esquina
con sus tres descapotables.
 
Que yo lo tendría a gala
si al derrochá mis dineros
se le añadiera er que ustedes
ganaran como ingenieros,
o bien como sirujanos,
o de doctores en leyes...
 
¡O echándose a las costillas
tóos los vagones der muelle!
¡Trabajando! ley der sielo
que con ustedes no reza
porque como hay todavía
muchos toros en la dehesa
y hay trigo pa veinte años
y desbordan los lagares
y a caballo hay por lo menos
hora y media de olivares,
 
que trabaje papaíto
que hay que vé lo bien que está;
y eso que l’ha dao ahora
por bebé, por trasnochá,
 
por í con cuatro amigotes
de francachela a Sevilla
y hasta parese que disen
que ronda a una chavalilla,
 
y antes de que se nos casen
er día menos pensao
aquí lo mejó que hasemos
es mandarle un abogao
que le diga las verdades
aunque le sepan amargas;
ar pródigo no es difísi
por ley, echarle la garga.
 
¡¡Intentarlo!! Ya hemos visto
que el abogao... renunció;
yo no admito en este pleito
más tribuná que er de Dió.
 
Él sabe que yo he sufrío
todas las humillaciones
pa que ustedes no tuvieran
que sé destripaterrones.
 
Pa mí, ni café ni amigos,
ni un sigarro, ni una copa...
Pero mis niños... ¡tres duques
en lo tocante a la ropa!...
 
Y vengan manjares finos,
vengan colegios de pago,
vengan potros y escopetas,
y vivan los Reyes Magos.
 
Sursíos en mis carsones
y en er buche telarañas...
¡Pero hay que vé cómo viven
los hijos de mis entrañas!
Y, claro, los pobresitos
están tan acostumbraos
que en vez de darme las gracias
me mandan un abogao
pa que no gaste er dinero
que lo debo de guardá
y er día que yo me muera
se lo reparten y en pá.
 
Lo siento, pichones míos,
rosas de mayo y abrí...
Ya habéis disfrutao lo suyo
y ahora me toca a mí.
¡Vengan corrías de toros
y buen vino y mejor cante
pa regusto de un campero
que ya ha trabajao bastante!
Mira qué terno más fino,
mira qué cigarros puros...
En la puerta un artomóvi
y aquí unos miles de duros
pa gastarlos en claveles
si me encuentro una serrana
que suerte dos lagrimitas
de compasión por mis canas.
La compasión que me niegan
los tres hijos de mi amó;
si no estoy en mi derecho
sentensia me mande Dió.
 
¡Casa! Mi sombrero. ¡Pronto,
que me voy a divertí!
Con er permiso de ustedes...
¡Ahora me toca a mí!
Piaciuto o affrontato da...
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