Al trasluz desenredo las palabras de mi madre.
Entre bambalinas,
ella me habló repetidamente de lo fugaz de la materia
y de que no es inútil sembrar materia en lo fugaz
(al instante, delicioso flan chino mandarín);
de que los silencios interminables acaban en terquedades,
y que al contrario de lo que se cree no dan paz interior;
que hay momentos para aspirar primaveras,
y otros para tatuarse ángeles caídos.
Me decía que la energía, de vez en cuando, se pierde
por el agujero negro de los pantalones de pana,
y que éstos había que llevarlos ni cortos ni largos,
ni anchos ni quijotescos;
y que lo que es malo es malo
larga pausa figurada -;
que le gustaba Chabela Vargas pero no el alcohol;
las películas de Fred Astaire y Ginger Rogers,
en negrita:
(top hat);
la metapoética y con una sonrisa en la boca leer el Hola .
Luego acarició mis manos con sus manos venosas,
las besó por dos veces y por dos veces murió.