Francisco de Quevedo

Amante ausente del sujeto amado, después de larga navegación

Fuego a quien tanto Mar ha respetado
Y que en desprecio de las ondas frías
Pasó abrigado en en las entrañas mías,
Después de haber mis ojos navegado,
 
Merece ser al Cielo trasladado,
Nuevo esfuerzo del Sol y de los días;
Y entre las siempre amantes Jerarquías
En el Pueblo de luz arder clavado.
 
Dividir y apartar puede el camino;
Mas cualquier paso del perdido Amante
Es quilate al Amor puro y divino.
 
Yo dejo el Alma atrás: llevo adelante,
Desierto y solo el cuerpo peregrino,
Y a mí no traigo cosa semejante.

#EscritoresEspañoles (1648) El Parnaso español

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