La vida es agua de un áureo río,
y afluye al tiempo su onda de oro,
y es el mañana como el navío
en que navega nuestro tesoro.
Lanzas, oh muerte, tu soplo frío,
y paralizas la onda móvil del áureo río,
y en el vacío se hunde el navío
en que navega nuestro tesoro.
¡Corran tus aguas, sagrado río,
y afluya al tiempo tu onda de oro!