Encontré tu nombre debajo de mil vasos de vodka
y tu abrazo con sabor a limón.
También,
perdí el encuentro de la primavera
y al amor lo dejé en una esquina
con sus ojos de incienso.
Conocí la violencia cuando te fuiste
y tus ataduras cuando me mirabas
Encontré el cuerpo tras la muerte seca;
volví al lugar,
lleno de insinuaciones lastimeras
Y caminé
por ti, por mí, en círculos.
Mil veces más, dos mil quizá.
Y fui entre mis sábanas
en busca de tus pasos
¿O fue en busca de los míos?
No me sometí al vaivén
aunque lo conocí de cerca.
Tus labios
solo son infieles cuando entran en mí.
Y yo era – soy– de ti,
y odio eso.
Y busqué
detrás de la leña
la claridad en el fuego;
en la sal y en la pimienta
fui de camino al parque
y ahí me sentí culpable.
Supongo que lo sabes
que recordé lo de ayer;
la muerte de la vida,
el dolor en ese cuerpo
y ese amante que se esconde.
Y caminé
ahora quizá tres mil pasos.
Soplando fuerte en contra del viento
desobediente de ti.
Volví a beber de la noche
esa misma noche,
y lloré
a sorbos, en estancos.
Mordí mis propios labios
asesinando los gemidos tuyos
Y lloré.
Declaré delante de mí
mi propia muerte.
Y morí
ahora cuatro mil veces.
Mañana.
Dos mil más.