Isaac Freire

Marinero azul

te recibí como la flecha al arco

...
Cuerpo sin mar y sin olas, blancas playas
te pareces a la arena en total quietud y entrega.
Mi mano de actitud salvaje te busca
y hace lanzar los meses para el encuentro.
 
Caminé lento, fui desarraigado, apátrido
de mi huían las estaciones, la noche me ofende.
Para sobrellevar me forjé con tu aroma,
te recibí como la flecha al arco.
 
Comienza la herida y salgo a recogerte por la luz
te amo, cuerpo de maíz, de trigo, de leche ávida
las alegrías de tu pelo, ¡tú sombra suave cobijándote!
la saliva como néctar, ¡tú vientre entre espumas y rosas!
 
Cuerpo saliente a la luz, existiré en tu idioma.
Mi sed, mi agotable cotidianidad, mi infancia suelta.
Pueblo blanco dormido entre mis dientes, te amo.
Sales como domado por mi esperma y el dolor infinito.
 
Pálido, sin desliz, asomado a la luz vegetal
quieto, un país descubierto en medio del perfume
asi va tu aliento atento a las hondas del día,
en torno a ti, giran los claveles y crisantemos.
 
En silencio, en la oscuridad flotante
envuelves en lo solitario de tu ser al mundo
y llenas los vacíos de las infancias y atardeceres
enterrando sus días tristes y tibios.
 
Del centro cae una sombra a poblarte
una espiga de hierro se posa en tu nombre y te absorbe,
en la noche tu pecho se agiganta sobre las corolas
desde lo exterior regresa a ti las cosas de ayer
y entre un túmulo de gentes azules y pálidas
va tu furia recién nacida.
 
Qué olas tan gigantes te alaban, esclavo del agua,
de los nortes recogido en total rebeldía
altivo, fuerte, tratas de encontrar a los pájaros del sur
que terminan en tu boca, donde sucumben las flores.
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