Isaac Freire

Distancia de olvido

a quién?

...
Arcoíris sin materia
deuda de carne y movimiento.
Silencio en donde aún hay silencio.
Fuerza del viento
inacabado y parlante: el tiempo
es aún una espina de número
escama que no tiene mañana
¿vas a empezar tú o yo?
porque hace falta fuerza sobre la fuerza para amar
y dejar ir,
sólido pez de embulladora que se fecunda
que será solido allá arriba
y desquieto en la inmensidad del fondo:
arrullo de polo frío, ¿hay algo que se logra
conectar con el sol?
materia de vientre
estoy en el caos de la sonoridad y del hijo
¿que crees que mañana comience?
 
Ayer [siempre desde ayer, porque desde hoy nada
todo se ha debido comenzar desde antes de que empiece:
inútiles somos si esperamos el futuro,
el pasado es una triste niña de cabellos rosados
y de orina negra] ayer
vas a ver dormir a la neblina
o a contar los muertos torpes sobre las cabezas de
los ancianos.
 
Silencio. Silencio de ser sol.
Silencio de epifanía, de quietud extrema
de rama seca al sol y a la lluvia: pedazo de promesa
raído número de plantas
vacías almas de cuadrados dóciles; y el
tiempo sigue en ávidos latidos;
yo sigo en mi marcha
 
en mi fecundan las orugas y los líquenes
de la materia iridiscente
hasta el cúbito dorsal de la tarde se aprende:
aprendo a dominar lo oculto
lo que palpita y se logra dormir:
 
me estás tan inútil y sonriente
que yo ya te doy mi larga mirada por donde vas a caminar.
Haré que las placas se cocinen
que los árboles se estiren
hasta tocarte;
he de envolver todo en un aura de matemática
el paso de la semilla triste; al final
he de mandar a brotar la vida.
 
Los niños traspasan la vida
devuelven la carne al arrullo y a la sonrisa: haré
milagroso el polen.
Te veo de espasmo
arteria de cuchara; piel rara; desazón occidental.
 
Silencio, soñar en la nada
y de la nada desaparecer; más
vale no ser otra cosa que un punto.
El lenguaje es un vómito tibio que surca
el parangón de especies, salí
al mundo y nada me distingue; el
cosmos lleva encima su aura emocionada.
 
Me plantas encima tu ausencia
como una escultura de globos macizos; tu
íntimo temblor sacude
todos los robustos ciegos que traía; ni
el número me mira con su
extraña manera de desaparecer
dentro de la luminosidad y esas noches
[esas noches]
eran desde el fondo de tus vértebras retratos
químicos
silencios de muertos o de sales
algo que se disuelve constantemente
dentro de la savia y de la ira.
 
Silencio que el aire no denigra
a la mejilla
y ya tu beso no me da eternamente en la cara.
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