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He cerrado mi balcón porque no quiero oír el llanto pero por detrás de los grises muro… no se oye otra cosa que el llanto. Hay muy pocos ángeles que canten,
Y que yo me la llevé al río creyendo que era mozuela, pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso.
En la redonda encrucijada, seis doncellas bailan. Tres de carne
La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice.
El grito deja en el viento una sombra de ciprés. (Dejadme en este campo, llorando). Todo se ha roto en el mundo.
Mi manzano tiene ya sombra y pájaros. ¡Qué brinco da mi sueño de la luna al viento! Mi manzano
El corazón, Que tenía en la escuela Donde estuvo pintada La cartilla primera, ¿Está en ti,
El canto quiere ser luz. En lo oscuro el canto tiene hilos de fósforo y luna. La luz no sabe qué quiere. En sus límites de ópalo,
Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,
Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos
La muerte entra y sale de la taberna. Pasan caballos negros y gente siniestra
Todas las tardes en Granada, todas las tardes se muere un niño. Todas las tardes el agua se sienta a conversar con sus amigos. Los muertos llevan alas de musgo.
¡Ay qué trabajo me cuesta quererte como te quiero! Por tu amor me duele el aire, el corazón y el sombrero.
Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro: rey de oros, rey de copas, rey de espadas, rey de bastos. Corre que te pillo,
Me han traído una caracola. Dentro le canta un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua