Pablo Neruda
De cama en cama en cama
es este viaje
el viaje de la vida.
El que nace, el herido
y el que muere,
el que ama y el que sueña
vinieron y se van de cama en cama,
vinimos y nos vamos
en este tren, en esta nave, en este
río común
a toda
vida,
común
a toda muerte.
La tierra es una cama
florida por amor, sucia de sangre,
las sábanas del cielo
se secan
desplegando
el cuerpo de septiembre y su blancura,
el mar
cruje
golpeado
por la
cúpula
verde
del
abismo
y mueve ropa blanca y ropa negra.
 
Oh mar, cama terrible,
agitación perpetua
de la muerte y la vida,
del aire encarnizado y de la espuma,
duermen en ti los peces,
la noche,
las ballenas,
yace en ti la ceniza
centrífuga y celeste
de los agonizantes meteoros:
palpitas, mar, con todos
tus dormidos,
construyes y destruyes
el tálamo incesante de los sueños.
De pronto sale un rayo
con dos ojos de puro nomeolvides,
con nariz de marfil o de manzana,
y te muestra el sendero
a suaves sábanas
como estandartes claros de azucena
por donde resbalamos
al enlace.
Luego
viene a la cama
la muerte con sus manos oxidadas
y su lengua de yodo
y levanta su dedo
largo como un camino
mostrándonos la arena,
la puerta de los últimos dolores.
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