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Yo tengo un sombrero alón donde cabe un aguacero, y botas que reconocen los caminos del vaquero. ¡Qué bien te sabré domar,
Nene, vanos a dormir; no son horas de reír: duerme el viento, duerme el sol, duermen las gallinas
La Sierra Maestra ¡tan alta, tan grande! ¡tan brava, tan bella! De roca para el tirano; para el patriota, de miel.
En la casa que recuerdo, en la casa, entre el naranjal y el cielo: plátano indio, plátano congo,
En el mar se ve a Camilo sobre un caballo lucero; viene al frente de la tropa, de capitán del recuerdo. Trae ejércitos de rosas,
El caballo negro iba por un trillo: cada paso suyo bordaba el camino. El caballo ruano
¡Jey, vaya, toro, con el arreo! Los toros toros, sus cuernos cuernos, en el camino
Siete relojes, siete semillas, siete pelotas y una sombrilla. Siete burbujas,
Al mediodía, cristal el agua, cristal las hojas, cristal el día. Cristal, cristales,
Ahí viene la gata de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano. Tírale una
Entre las lomas el día nace. Límpidas gotas la noche esparce sobre la hierba
El cielo es un espejo y la gaviota suelta su vela blanca desde la costa. Marinera del aire,
Subes a la portada, ¡quiquiriquí! entusiasmado cantas, ¡cucurucú! Veo tu pico amarillo,
La flor del tomillo buscaba una abeja: una abeja sola, una sola obrera. En el viejo pino
En un caracol rosado de la playa de Girón sobre el nácar hay grabado: “¡Cada cubano un soldado; cada soldado un león!”