Siempre alguna mujer me llevó de la nariz
(para no hacer mención de otros apéndices).
Anillado
como un mono doméstico,
salté de cama en cama.
¡Cuánta zalema alegre,
qué equilibrios tan altos y difíciles,
qué acrobacias tan ágiles,
qué risa!
Aunque era un espectáculo hilarante,
hubo quien se dolió de mis piruetas,
lo cual no es nada extraño:
en semejante trance
yo mismo
me rompí el alma en más de una ocasión.
Es una pena que esos golpes
que, entregados al júbilo del vuelo,
entonces casi no sentimos,
algunas tardes ahora,
en el otoño,
cuando amenaza lluvia
y viene el frío,
nos vuelvan a doler tanto en el alma;
renovado dolor que no permite
reconciliar el sueño interrumpido.
En esas condiciones no hay alivio posible:
ni el bálsamo falaz de la nostalgia,
ni el más firme consuelo del olvido.
Alfredo Jiménez G.
8aSutil, aunque bastante claro es el Poeta Ángel Gonzalez en este aleccionador poema. La artritis que describe no es una enfermedad "autoinmune" en la que el organismo se rebela contra sí mismo. Su cuerpo maltratado por los años ha guardado para está etapa todas las consecuencias de los golpes recibidos en sus reiteradas lides amorosas. Ahora le duelen todos sus "pecados", de ahí lo metafísico de tan particular y persistente reuma. Ya que no hay cura disponible en la botica y ni el olvido le ha sido efectivo, lo recomendable en estos casos será el legendario "bálsamo de Fierabrás", es tan falaz como otros que ha probado, pero asegura mucho "prestigio literario". De estilo diáfano y muy accesible, este gran Poeta que manejaba con excepcional soltura la ironía, sigue despertando aún el gusto por la Poesía en muchos jóvenes, que muy pronto aprenden a amarlo como lo hacen con Jaime Sabines o Mario Benedetti. En estos grandes Poetas nos apoyamos quienes hemos tenido el privilegio de conducir algún taller de creación literaria. El poder seductor de sus palabras es enorme para despertar el entusiasmo en los que se inician... y sus libros los han de acompañar toda la vida.