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Velloncito de mi carne –que en mi entraña yo tejí– velloncito friolento– ¡duérmete apegado a mí! La perdiz duerme en el trébol– escuchándole latir:– no te turbes por mi aliento,– ¡duérm...
-«Jugamos nuestra vida y bien se nos perdió. Era robusta y ancha como montaña al sol; Y se parece al bosque
¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra. Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza sea c...
Dame señor la fuerza de las olas d…
Pájara Pinta jaspeada, iba loca de pintureada, por el aire
Algo se asoma y gestea y de vago pasa a cierto, un largo manchón de noche que nos manda llamamientos y forra el pie de los Andes
Padre: has de oír este decir que se me abre en los labios como… Te llamaré Padre, porque
Árbol hermano, que clavado por garfios pardos en el suelo, la clara frente has elevado en una intensa sed de cielo; hazme piadoso hacia la escoria
Me acuerdo de tu rostro que se fij… mujer de saya azul y de tostada fr… que en mi niñez y sobre mi tierra… vi abrir el surco negro en un abri… Alzaba en la taberna, honda, la co…
En el secreto de la noche mi oración sube como las lianas, así cayendo y levantando, y a tanteos como el ciego, pero viendo más que el búho.
Yo soy una que dormía junto a su tesoro. Él era un largo temblor de ángeles en coro; él era un montón de luces
En este nuevo día que me concedes ¡oh Señor! dame mi parte de alegría y haz que consiga ser mejor. Dame Tú el don de la salud,
Del hombre fugitivo sólo tengo la huella, el peso de su cuerpo, el viento que lo lleva. Ni señales ni nombre,
¡Dulce Señor, por un hermano pido… indefenso y hermoso: ¡por el nido! Florece en su plumilla el trino; ensaya en su almohadita el vuelo. ¡Y el canto dices que es divino
Yo la encontré por mi destino, de pie a mitad de la pradera, gobernadora del que pase, del que le hable y que la vea. Y ella me dijo: “Sube al monte.