José María Hinojosa
Yo no temo las luces indecisas,
yo no pido perdón por mis pecados,
no me importa llevar en mi cabeza
una corona de espinosas manos
que estrujen con sus dedos mi cerebro
y rocíen mi sangre por los llanos
estériles del mundo. Ni me importa
que vengan o no vengan golondrinas
a llevarse en sus picos enlazados
las coronas de dedos espinosos
que oprimen mi cerebro atormentado.
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