Nicolás Guillén
Murió callada y provincial. Tenía
llenos los ojos de paz fría,
de lluvia lenta y lenta melodía.
Su voz, como un cristal esmerilado,
anunciaba un resplandor encerrado.
Se llamó, la llamaban vagamente Lucía.
(En este breve mármol ha quedado
toda su biografía.)
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