José Alfredo Jiménez
Corazón, corazón,
yo te quiero gritar que la dejes
y empieces tu vida
con otro cariño.
 
Corazón, corazón,
yo te quiero gritar sin reproches
que todas las noches
se encuentra con alguien,
y tú, en el olvido.
 
Yo te quiero explicar que el amor
tiene cosas de veras muy crueles;
te tendrás que llenar de valor
y si no, pues conmigo te mueres.
 
Corazón, corazón,
es muy triste mirarla con otro
y luego en sus brazos
decir que la quieres.
 
Corazón, corazón,
no podemos perder la vergüenza,
tenemos que irnos, tal vez a la fuerza,
con otras mujeres.
 
Yo te quiero explicar que el amor
tiene cosas de veras muy crueles;
te tendrás que llenar de valor
y si no, pues conmigo te mueres.

A pesar de que el zorro le dijo al Principito que "sólo con al corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos", al parecer el secreto no es válido en todos los casos del drama humano. El obstinado el corazón del Poeta José Alfredo Jiménez se niega a aceptar lo evidente, las cosas muy crueles que a veces tiene el amor y que se pueden constatar con la vista y no con el sentimiento. Aceptar los hechos y retirarse con dignidad al "rincón de una cantina" para aliviar las penas es lo más aconsejable. También queda la alternativa de una despedida en paz con la bella infiel, un último encuentro con ella "nomás mientras se toman cuatro copas" y luego el adiós para siempre. Persistir en el romance y hacer caso omiso del engaño resultaría fatal para ese corazón necio de "razones que la razón no entiende" y para su dueño, el amado Poeta de Guanajuato, pues si muere uno, se muere el otro. Suena lógico, José Alfredo sólo tuvo un corazón, grande y sensible pero sólo uno. No olvidemos que casi al final de su vida, en 1973, dijo en público y ante las cámaras de televisión: "Si tuviera con qué compraría para mi otros dos corazones... Para poderles pagar, que me quieran a mi... y a todas mis canciones..."

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