Resbalando los pastales y entrando por los viñedos que el Diablo trenza y destrenza desde la cepa al sarmiento, dan al animal y al indio

Niño pequeño, aparecido, que no viniste y que llegaste, te contaré lo que tenemos y tomarás de nuestra parte.

—A veces, mama, te digo, que me das un miedo loco. ¿Qué es eso, di, que caminas de otra laya que nosotros y, de pronto, ni me oyes

Algo se asoma y gestea y de vago pasa a cierto, un largo manchón de noche que nos manda llamamientos y forra el pie de los Andes

–“En esa cueva nos nació, y como nadie pensaría, nació desnuda y pequeñita como el pobre pichón de cría. ¡Tan entero que estaba el mundo!,

Árbol hermano, que clavado por garfios pardos en el suelo, la clara frente has elevado en una intensa sed de cielo; hazme piadoso hacia la escoria

¡Cordillera de los Andes, Madre yacente y Madre que anda, que de niños nos enloquece y hace morir cuando nos falta; que en los metales y el amianto

Día, día del encontrarnos, tiempo llamado Epifanía. Día tan fuerte que llegó color tuétano y ardentía, sin frenesí sobre los pulsos

En el secreto de la noche mi oración sube como las lianas, así cayendo y levantando, y a tanteos como el ciego, pero viendo más que el búho.

Madre, madre, tú me besas, pero yo te beso más, y el enjambre de mis besos no te deja ni mirar... Si la abeja se entra al lirio,

Dame señor la fuerza de las olas d…

Alfonso Reyes creó entre nosotros el precedente de las notas del autor sobre su propio libro. Cargue él, sabio y bueno, con la responsabilidad de las que siguen. Es justa y útil la nov...