De “Ars moriendi”, 1922
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Era un suspiro lánguido y sonoro la voz del mar aquella tarde... El… no queriendo morir, con garras de… de los acantilados se prendía. Pero su seno el mar alzó potente,
Se perdió en las vagas selvas de un ensueño, y sólo de espaldas la vi desde lejos... Como una caricia
La hora cárdena... La tarde los velos se va quitando... El velo de oro..., el de plata. La hora cárdena... «Aún es temprano».
Es noche. La inmensa palabra es silencio... Hay entre los árboles un grave misterio... El sonido duerme,
Frutales cargados. Dorados trigales... Cristales
Del color del lirio tiene Gerinel… dos grandes ojeras; del color del lirio, que dicen loc… de amor de la reina. Al llegar la tarde,
Arriba el agua abajo el bosque el viento por los caminos Quietud del pozo El cubo es negro El agua firme
Atrás el cielo, atrás la luz y su navaja, atrás los muros de salitre, atrás las calles que dan siempre a… Atrás mi piel de vidrios erizados,
Hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo, ya nadie sabe el autor. Tal es la gloria, Guillén,
Alma son de mis cantares, tus hechizos... Besos, besos a millares. Y en tus rizos, besos, besos a millares.
El hada pequeñita de las piedras preciosas que vive en un coral busca al gnomo que habita la corteza rugosa
En tu boca roja y fresca beso, y mi sed no se apaga, que en cada beso quisiera beber entera tu alma. Me he enamorado de ti
Sombras del día blanco contra mis ojos. Yo no veo nada sino lo blanco: la hora en blanco, el alma desatada del ansia y de la hora.
Del placer que irrita, y el amor, que ciega, escuchad la canción, que recoge la noche morena. La noche sultana,
En el parque, yo solo... Han cerrado y, olvidado en el parque viejo, solo me han dejado.