Mi hogar es este espacio que media entre la coronilla y los pies
(es) el hogar la mano (diestra) de
Guadalupe (abierta) ante mi atónita
mirada el brazo (siniestro) extendido
a todo lo largo de su efímera corpulencia
(vegetativa) (ganga) (veta) el cardenillo
cayendo de sus ojos (zarcos) de sus
axilas (resplandecientes, de rubio) pez
la voz de Guadalupe al llamarme a la
mesa (¿qué otro hogar?): ni nación ni
votos ni palcos ni corros ni pila bautismal
o pila municipal los pilares del mundo
real son sus muslos: lava son del centro
ígneo de los tiempos que corren piedra
caliza desmoronándose de sus cimientos
a la (visible) cúpula que el viento horada,
a punto de caer: estrépito del silencio el
hogar cuesta abajo disolviéndose
concéntrico de círculo en círculo en su
descenso mecánico (astral) al fundamento
de limo (hongos, verdinegros) musgo,
enjaezado: un almirez de teca donde
triturar todo aspaviento de conversación
más allá de nuestras implícitas presencias
visibles (¿presentidas, adónde?) a veces
de cuerpo entero en una pared recién
encalada a veces formas desfiguradas en
dirección contraria o entrecruzándose
en los ejes de una sombra que proyecta
la lámpara recién encendida (¿por cuál
mano qué brazo cuáles tentáculos qué
uñas desgarraron la luz?) del techo: zarpa.
Triturar unos dientes de ajo mezclar la sal
viva con la vivacidad del aceite de oliva
a punto de chisporrotear en una sartén de
cobre de Santa Clara envejecida (hogar este
cuerpo doble buscando el calor del abrazo
en la sombra de una cerámica inamovible
proyectada en el suelo del comedor) ardor,
el cardenillo (al caer): hormigas; comején;
polillas; carcoma; el cocuyo visible toda la
noche en el trigal: el cocuyo visible toda
la noche en un campo enardecido de altas
amapolas que ya alcanzaron la potestad
de Jerusalén: toda la noche la polilla
circunscribiendo el pezón izquierdo de
Guadalupe (yacente) a mi lado el cocuyo
jaraneando alrededor de su pezón derecho
vivos helechos mis dedos retozando (carcoma)
(cardenillo) (orín) entre sus pelambreras: y
reímos. A dos voces (simultáneas) reímos
(reencontrados) en el eje (circular) del
agua que desciende de un círculo a otro
por declives apenas perceptibles rumbo
al hogar (único) de esta copa (en alto)
vaciada (cuba, vacía): la volcamos (riendo)
de una patada (desternillándonos) se
desprenden los ejes (duelas) flejes vemos
(riendo) irrumpir en un bosque (torbellinos)
la huella.