Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme «¿Qué tal?» y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
Alfredo Jiménez G.
9aUn bello pero amargo conteo de horas de una ausencia. El tiempo indiferente transcurre; el Poeta con todo su dolor cumple con sus deberes de escritura, es productivo a pesar de la tristeza y de los dolores de espalda. Ella no está y no son horas, son meses de soledad.Es más dramática la situación si consideramos que no es el desamor y el hartazgo lo que los separa, es el exilio y la persecución política.El poema es una invocación a la ausente, como si nombrarla diera un poco de alivio, unos segundos de reunión simbólica anulando distancias insalvables, al grado que se mezclan "el labial y el carbónico".