Bonifacio Byrne
   Hambre la madre tenía,
salió el hijo y robó un pan,
y la madre sonreía
al comerlo con afán.
 
   Breve fue su regocijo;
que entraba poco después
en una prisión el hijo,
y en ella se estuvo un mes.
 
   Cuando salió del encierro,
a su hogar se encaminó,
y halló a su paso un entierro;
pensó en su madre y lloró.
 
   Cerrada encontró la puerta
de su solitario hogar.
–¿Y su madre?– Era la muerta
que llevaban a enterrar.
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