Mario Benedetti
Al principio eras niño
como yo
pero mucho más ágil
 
no sólo me advertías
de la baldosa floja
o de la abuela que se aproximaba
con sus dos bofetadas potenciales
también en mis mañanas
de golero baldío
cuando el pecoso arremetía
echabas
a corner la pelota
inalcanzable
 
cierto día empezaste
a flaquear sin aviso
jugando al rango se agachó un cretino
yo me partí los labios
tú las alas
 
cicatrizamos pronto sin embargo
todavía serviste
para evitar los riesgos de rutina
tales como los nudos y estornudos
la maceta que cae de un quinto piso
la venérea que sube del segundo
 
nuestro primer conflicto fue con cielo
yo me puse a creer
y tú a esperarme
 
cuando se nubló todo
dónde estabas
no me salvaste ni me salvarías
ya nunca más
la noche mansa comenzó a llover
y me empapó de dudas
dónde estabas
para decir que no
gritar que sí
o mejor para
abrir nuestro paraguas
y callarnos
 
llegaron pestes aurorales
muertes
injustas no buscadas
odios entre el escombro
vacíos con espuma y sin espuma
cíclopes merodeantes
 
dónde estabas
para cavar dolor como trincheras
para armarme las manos
para decirme algo
cualquier cosa
y sobre todo
para desarmarme
la buena fe
ese arcabuz inútil
 
se crearon mágicos latidos
entretenidas desesperaciones
que claro
si no son bien atendidas
se pueden convertir
en incurables
 
dónde estabas
para inventar augurios
sobre el tierno futuro en carne viva
 
acudes cuando nadie te reclama
por ejemplo
a quitarme el cuarto vaso
o el primer sueño
que es quitarlo todo
 
debes reconocerlo
no preciso
que me cuides
sino que me descuides
 
ya se verá
cómo me las arreglo
 
mejor te vas
 
recoge tus alones
y no vuelvas.
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