Cayó, como un titán, que en la tormenta
vibrante rayo súbito fulmina,
del frente de batalla que domina
arrancado por ráfaga violenta.
Llora, Cuba humillada y macilenta,
nota que tanto mal te vaticina,
y de ese campo de pavor y ruina
fija en tus ojos la visión sangrienta.
Todo cayó con tu adalid gallardo,
pálida madre, insomne y dolorosa,
¡qué al menos su memoria no sucumba!
Ven, patria, que perdiste a tu Bayardo,
ven, como cumple a sierva temerosa,
en la noche a gemir sobre su tumba.