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Mamá, yo quiero ser de plata. Hijo, tendrás mucho frío. Mamá.
Hinojo, serpiente y junco. Aroma, rastro y penumbra. Aire, tierra y soledad. (La escala llega a la luna.)
Sevilla es una torre llena de arqueros finos. Sevilla para herir, Córdoba para morir. Una ciudad que acecha
¡Ay, petenera gitana! ¡Yayay petenera! Tu entierro no tuvo niñas buenas. Niñas que le dan a Cristo muerto
Oye, hijo mío, el silencio. Es un silencio ondulado, un silencio, donde resbalan valles y ecos y que inclina las frentes
El corazón, Que tenía en la escuela Donde estuvo pintada La cartilla primera, ¿Está en ti,
El grito deja en el viento una sombra de ciprés. (Dejadme en este campo, llorando). Todo se ha roto en el mundo.
Zarzamora con el tronco gris, dame un racimo para mí. Sangre y espinas. Acércate. Si tú me quieres, yo te querré. Deja tu fruto de verde y sombra
Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar,
¡Oh, qué grave medita la llama del candil! Como un faquir indio mira su entraña de oro y se eclipsa soñando
La cruz. (Punto final del camino.) Se mira en la acequia. (Puntos suspensivos.)
Detrás de las inmóviles vidrieras las muchachas juegan con sus risas… (En los pianos vacíos, arañas titiriteras.) Las muchachas hablan de sus novios
Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra bajo la arena. Cuando yo me muera, entre los naranjos
En la casa blanca, muere la perdición de los hombres. Cien jacas caracolean. Sus jinetes están muertos. Bajo las estremecidas
Entre mariposas negras va una muchacha morena junto a una blanca serpiente de niebla. Tierra de luz,