Gabriela Mistral

A Méndez Pereira

Panameño, panameño,
panameño de mi vida,
yo quiero que tú me lleves
al tambor de la alegría.
 
De una parte mar de espejos,
de la otra serranía,
y partiéndonos la noche
el tambor de la alegría.
 
Donde es bosque de quebracho,
panamá y especiería,
apuñala de pasión
el tambor de la alegría.
 
Emboscado silbador,
cebo de la hechicería,
guiño de la medianoche,
panameña idolatría...
 
Los muñones son caoba
y la piel venadería,
y más loco a cada tumbo
el tambor de la alegría.
 
Jadeante como pecho
que las sierras subiría
¡Y la noche que se funde
el tambor de la alegría!
 
Vamos donde tú nos quieres,
que era donde nos querías,
vamos de las greñas,
tamborito de alegría.
 
Danza de la gente roja,
fiebre de panamería,
vamos como quien se acuerda
al tambor de la alegría.
 
Como el niño que en el sueño
a su madre encontraría,
vamos a la leche roja
del tambor de la alegría.
 
Mar pirata, mar fenicio,
nos robó a la paganía,
y nos roba al robador
el tambor de la alegría.
 
¡Vamos por ningún sendero,
que el sendero sobraría,
por el tumbo y el jadeo
del tambor de la alegría!
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