De mis tristes estudios, de mis sombras
Nauseabundas y bárbaras, resurjo
Lleno el pecho jovial de un amor loco
Por la mujer hermosa y la poesía:
¡Siempre juntas las dos! Dos ojos negros,
A mí que no ando en cuerpos, o ando apenas
Como una antorcha en las tinieblas, vuelven
A mi aterrado espíritu la vida:
¡Dos ojos negros, que entreví, pasando,
Ya hacia la noche, ante una puerta oscura!