(criada)
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¡Mi soledad sin descanso! Ojos chicos de mi cuerpo y grandes de mi caballo, no se cierran por la noche ni miran al otro lado,
Altas torres. Largos ríos. Hada Toma el anillo de bodas que llevaron tus abuelos.
Ni tú ni yo estamos en disposición de encontrarnos. Tú... por lo que ya sabes. ¡Yo la he querido tanto!
Cantan los niños En la noche quieta: ¡Arroyo claro, Fuente serena! LOS NIÑOS
La sombra de mi alma Huye por un ocaso de alfabetos, Niebla de libros Y palabras. ¡La sombra de mi alma!
¡Oh, qué grave medita la llama del candil! Como un faquir indio mira su entraña de oro y se eclipsa soñando
Los laberintos que crea el tiempo, se desvanecen. (Sólo queda el desierto.)
Salen los niños alegres De la escuela, Poniendo en el aire tibio Del abril, canciones tiernas. ¡Que alegría tiene el hondo
Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Voces antiguas que cercan voz de clavel varonil. Les clavó sobre las botas
Amor, amor que está herido. Herido de amor huido; herido, muerto de amor.
Campanas de Córdoba en la madrugada. Campanas de amanecer en Granada. Os sienten todas las muchachas
Me miré en tus ojos pensando en tu alma. Adelfa blanca. Me miré en tus ojos pensando en tu boca.
En la mitad del barranco las navajas de Albacete, bellas de sangre contraria, relucen como los peces. Una dura luz de naipe
Empieza el llanto de la guitarra. Se rompen las copas de la madrugada. Empieza el llanto
Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que de noche me pone en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla