José Gorostiza
Cuando se mira los faroles rojos
en la orilla del mar,
mi pescador, el de profundos ojos,
pone sus negras redes a pescar.
 
(El mar ante la noche se ilumina,
y las olas doradas, al nacer,
florecen como un ansia repentina
en ojos de mujer.)
 
Pez de luna bruñida no se pesca,
pescador.
Agua del golfo, la ondulada y fresca,
deja que riegue la orilla con amor.
 
No persigas la forma del lucero,
que ni el agua dormida la dará;
si él, como un sonámbulo viajero,
sólo viene y se va.
 
Que, pobres, las corrientes y la charca
encierran ilusión,
y ajenos al peligro de tu barca
vienen sueños de luz al corazón.
 
Con los ojos, ya tímidos, escarbas
en los mares rebeldes a cincel,
y puede correr llanto por tus barbas
de serpientes de miel.
 
El agua misma, la ondulada y fresca,
ponga un poco de sol en tu dolor.
¡Pez de luna bruñida no se pesca,
pescador!

(1925)

Una amable y oportuna advertencia a un pescador de sueños, para que no intente atrapar al aparente pez de luna, pues se llevará una gran desilusión ante su infructuosa empresa. Es posible que el aventurero e iluso marino, no atienda el sabio consejo. José Gorostiza lo mira compasivo; el aventurero pescador es otro elemento en el paisaje del bello mar del golfo, en Tabasco.

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