No, no puedo creer
que seas para mí,
si te acercas, y llegas
y me dices: “Te quiero”.
¿Amar tú? ¿Tú, belleza
que vives por encima,
como estrella o abril,
del gran sino de amar,
en la gran altitud,
donde no se contesta?
¿Me sonríe a mí el sol,
o la noche, o la ola?
¿Rueda para mí el mundo
jugándose estaciones,
naranjas, hojas secas?
No sonríen, no ruedan
para mí, para otros.
Bellezas suficientes,
reclusas, nada quieren,
en su altura, implacables.
Indiferentemente,
salen, se pintan, huyen,
dejándose detrás
afanosos tropeles
de anhelos y palabras.
Se dejan amar, sí,
pero nunca responden
queriendo.
Florecer, deshojarse,
olas, hierbas, mañanas:
pastos para corderos,
juegos de niños y
silencios absolutos.
Mas para nadie amor.
Nosotros, sí, nosotros,
amando, los amantes.