El dolor viaja velozmente por mi torrente sanguíneo, desde la fuente de mi corazón hasta los pies, donde rebota hasta explotar en mi cabeza, estallando un sin fin de recuerdos tormentosos, que de manera perenne añade dosis agudas de sufrimiento a mi fuente, que se acelera con las cristalinas que brotan de los ojos ajenos, juntos sufrimos en su memoria, y en cada persona dejo una huella, y en mi memoria hermosos momentos, que anestesian por segundos el llanto de mi alma, porque mis ojos se han secado como un desierto dentro de una olla a fuego lento, dejando consigo solo suspiros alentadores, para que no muera y me entierren junto a ti y en tu nombre.