Tienes la boca de la discordia y la mansedumbre en tus dedos. Con la mirada obnubilante, y llano de fertilidad vas armando tu cuerpo. En silencio, lleno de tus silencios, te veo. Con tus labios semi abiertos, con tus hombros livianos y el corazón repleto. Si estás cansado, respira. Si estás nublado, detente. Que la ambigüedad no rompa tus esquemas. Que las sorpresas no sean más que salvavidas de lo cotidiano. Y nada muy hondo, cala muy en tus huesos.