Sucia está mi conciencia, he faltado y me he faltado a mí mismo,
a mis preceptos. La angustia de lo cometido carcome mi seso.
Reposa en mis pensamientos la culpa que se niega a marcharse
de mis reflexiones y alimenta mi insomnio.
¿Qué fue del personaje que ayer alzaba la voz pronunciando
lo que hoy ha ignorado? ¿Dónde se escondió el carácter
que un monte puesto encima rompería?