Saint Cecilia, by John William Waterhouse
Fred Vallansazca

Grises cromáticos

Abril estrellado

Ud señorita, abatió mi conciencia con balas de salva,como proyectiles de flores y colores, aun así no opuso resistencia alguna a sus afiladas palabras.
Un día de abril la deje de ver, no la leí ni la escuche.Era extraño oír el sonido que hacían las mariposas nocturnas, polillas le llaman los inadaptados, como revolotean al rededor de una ampolleta, tal vez había mucho silencio.
En mi habitación hay un reloj, de esos análogos, son enfermizos como a cada rato te avisan fuertemente que se ha ido otro segundo, bueno pero ese no es el tema.
Suelo divagar, no siempre, pero lo hago.
Sería egoísta y siniestro decir que solo sueño con mi persona.Si supiera como la extraño
Si supiera que malgasto aquella conciencia que derrumbó ud, en cosas banales como ir al trabajo o tocar canciones que siempre olvido.
La capacidad de construcción mental que podía llegar  a tener yo, un simple mortal al leer un  “ hola” de su persona.
Enfermizamente apasionado tal vez;no quiero ser más de aquellos que sufren esos delirios, quiero ser austero.
Pero aquí me tiene, observando el mismo revolver de flores que me enseño una vez, y se ve tan elegante e inconmesurablemente magnífico.Como puede alguien enseñarle la gloria a una persona, cuando queda tan poco tiempo para despertar y seguir con esas cosas banales que ya le mencione en este extenso insomnio.Pero como dije, aquí estoy nuevamente esperando esas balas de colores, esos proyectiles inevitables en mi conciencia.
Aquí me encuentra divagando, esperando para preguntarle ¿que tal el día?
Aquí me tiene pensando en ud, con una copa de vino y ese revolver en sus manos.
Y aquí, mirándonos fijos, en algún lugar de la ciudad, es donde yo, al menos, me quiero quedar.

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