Entonces,
justo ahí,
ese momento,
en el que me alcanzó.
Arribó a toda costa
me mató.
En mi hombro aún descansa su aliento,
su perspicacia reaccionó al momento,
todo concuerda,
la ilustración,
de la raza fuerza.
La imitación,
del instinto primigenio
y la insuficiencia del fastidio,
la astucia del trueno.
Inhóspita voz de los parlantes miedos,
tú en mí y la paciencia en el cielo.
Pronto, aquel instante se iría,
como vela,
del barco zarpado.