Resulta que la historia ya estaba escrita,
Cuando quise escribirla a mi manera,
Sin darme cuenta que para mal sufriría
Cuando ya no quería que se repitiera.
Resulta que volvería a mis tristes días,
Eternos en mi banco y en mi mesa,
La pluma y el cuaderno me anunciaron
Este es tu destino, sin librarte poeta.
Y es que lo dijiste, en tu dolor pensando
Mi pasión genial se ha prolongado,
Y al verte encarcelado en este mundo
El corazón que te tiene condenado.
Tendré que seguir escribiendo poemas,
Ya sea un cuento feliz o de tristeza,
Solo en mi tengo el don para acabarlo
Con una taza de café que me espera.
Y mis poesías, para su bien ya lo sabían
Que acostumbre mi tiempo, mis horas,
De escribir cada día el mal que padecía
Que escribe sus penas pero nunca llora.