Oración
Que el silencio me envuelva...
Que la luz antigua despierte en mí...
Que el símbolo me hable con voz eterna.
En el nombre del Padre,
de la Luz que todo lo origina.
En el nombre del Hijo,
la Palabra encarnada en la carne y en el alma.
En el nombre del Espíritu,
el aliento que une los mundos invisibles.
Me postro ante la Flor de Lis,
llama trina del linaje eterno.
Su forma es mi espejo,
su raíz es mi origen.
Oh flor sagrada,
guardián de los secretos del alma,
llave del Grial oculto,
eco de la Magdalena luminosa,
despierta en mí la memoria olvidada.
Que el pétalo de la izquierda me enseñe el amor,
que el pétalo del centro me enseñe la verdad,
que el pétalo de la derecha me enseñe la acción justa.
Flor de Lis, que fuiste grabada en la piedra,
escondida en los códices,
y sellada en los templos del alma,
ábreme el camino hacia lo eterno.
Soy guerrero de la luz,
portador del fuego antiguo,
mi espada no hiere, guía.
Mi escudo no oculta, revela.
Mi templo no es de piedra, es de conciencia.
Y si esta es la hora del comienzo,
camino con fe,
si esta es la hora del final,
descanso en paz.
En la llama violeta, me purifico.
En la flor de lis, me reencuentro.
En el silencio, me uno al Todo.
Non nobis, Domine, non nobis,
sed nomini tuo da gloriam.
No a nosotros, Señor, no a nosotros,
sino a tu nombre da la gloria.
“Para todos mis hermanos templarios, he creado esta oración nacida del fuego de mi sabiduría y la luz de mi entendimiento, para que todo aquel que crea en su poder camine en la vida con una voz eterna y un alma encendida por lo divino.”
Reserva derechos de autor.